¿Cómo fue el Kapuscinski hijo, padre, esposo y amante?

Viernes 07.05.2010
Cultural
Kapuscinski muy revisitado
Los árboles del bosque

HUGO FONTANA
UN ESCÁNDALO de proporciones acaso más espeluznante que la confesión de homosexualidad de Ricky Martin recorre el mundo: Ryszard Kapuscinski era un mentiroso. En efecto, una reciente biografía titulada Kapuscinski Non Fiction, aún no traducida al castellano y escrita por su alumno y amigo Artur Domoslawski, parece sostener semejante revelación y ha causado tal revuelo que, en apenas seis semanas, el libro vendió 130.000 ejemplares solo en Polonia y provocó la airada reacción de algunos gobernantes y de la Iglesia Católica de aquel país, y un acalorado debate entre periodistas de todas partes de este planeta generalmente ancho y ajeno.

Y es que hasta el día de hoy -o hasta el día de la publicación de Domoslawski- Kapuscinski era considerado el cronista más importante y magistral de la segunda mitad del siglo XX. Nacido en el pequeño poblado de Pinsk -hoy perteneciente a Bielorrusia- viajero incansable y prolífico articulista, fue recogiendo en una larga decena de volúmenes sus trabajos como corresponsal y, sobre el fin de su vida, cosechando una serie de importantísimos premios, entre ellos el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003. Kapuscinski falleció en enero de 2007 en Varsovia, rodeado de gloria y de una imposible lista de virtudes que ahora parecen convertirse en meras leyendas.

Acaso sin proponérselo, Domoslawski, un corresponsal del diario Gazeta Wyborcza, se convirtió de la noche a la mañana en sujeto en la mira y debió salir a desmentir o al menos a atenuar las primeras conclusiones que se desprendieron de su trabajo. "¡Mi libro no es en absoluto un ataque a Kapuscinski ni a su escritura!", le contestó al cronista británico Robert Mackey, para aclarar luego, ya más calmo y sofisticado, que la relación entre realidad y ficción en los artículos de su maestro "es muy compleja... Uno de los que reseñó mi libro hizo una observación interesante: el panorama del bosque que nos presenta Kapuscinski es correcto y cierto en términos generales, pero a los efectos de crear ese panorama -que en lo esencial es verdad- Kapuscinski a veces cambiaba de lugar algunos árboles del bosque".
Hablando con el español Julio Villanueva Chang, Domoslawski sintetizó de buena manera lo que él entiende que hacía Kapuscinski, "intensificar la realidad", y dijo además que cuando se propuso escribir la biografía, se enfrentó a varias preguntas: "¿Cómo hizo su carrera de gran reportero en un sistema que no era democrático? ¿Era suficiente tener el talento de reportero y de escritor? ¿O era necesario tener otros talentos como el de un negociador político, el saber convivir con gente extraña y el de tener un buen olfato? ¿Cómo fue la vida privada de un hombre que creció en medio de una guerra y que después estuvo siempre de viaje? ¿Cómo fue el Kapuscinski hijo, padre, esposo y amante? ¿Nos dijo siempre toda la verdad de lo que había sucedido y de lo que había sido testigo? ¿O cruzó las fronteras de la ficción vendiendo lo que hacía como periodismo?".

El precio a pagar. En el libro se insiste también en la colaboración de Kapuscinski con las autoridades del Partido Comunista entre los años 1959 y 1981, mientras formaba parte de las filas de la Agencia Polaca de Prensa, tema que él mismo había hecho público más de una vez. Por ejemplo, hablando con el mexicano Ricardo Cayuela Galli en 2002, había reconocido que en "cierto sentido, tuve que venderme a la agencia para poder viajar y buscar mis propios intereses personales y desarrollar mis ambiciones literarias. Es el precio que tuve que pagar".

El primer permiso de viaje que obtuvo el joven periodista data de mediados de los 50, cuando conoció la India, tras haber escrito una serie de crónicas sobre su país que luego se reunieron en el volumen La jungla polaca. De allí en más Kapuscinski recorrería el mundo entero, poniendo particular énfasis en sus visitas al África de los movimientos independentistas -testimonios luego recogidos en libros como Ébano y El emperador-, a la convulsa América Latina de los movimientos guerrilleros de los 60 y 70 - Cristo con un fusil al hombro- o del enfrentamiento entre Honduras y El Salvador en 1969 -La guerra del fútbol- . Amigo de García Márquez, admirado por escritores como Paul Auster y Salman Rushdie, formó parte de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, dio cientos de conferencias y dictó cursos en decenas de universidades del mundo entero. Ahora, su integridad profesional es puesta en tela de juicio, aunque el debate generado abre otras interrogantes y provocará todo tipo de diatribas y de exculpaciones.

Interrogado alguna vez el escritor argentino Alberto Laiseca sobre la caída de la Unión Soviética, contestó que acaso la razón principal del derrumbe fue porque en aquella reunión de repúblicas estaba prohibida la imaginación. Puede que Kapuscinski haya abusado de ella para agregar cierta justicia poética a sus crónicas, o simplemente para eludir la estupidez estalinista en la que tuvo que desarrollar su carrera.

Tiempo veloz. En la colección Crónicas de la editorial Anagrama se han acercado al público español los muchos títulos de este autor. El último en llegar ha sido Cristo(*) con un fusil al hombro, que recoge crónicas escritas a comienzos de los años 70, divididas en tres secciones: la primera, en torno a los fedayines y el conflicto palestino israelí; la segunda sobre algunos movimientos revolucionarios de América Latina, en particular Bolivia: la campaña del Che; la lucha de los hermanos Coco, Inti y Chato Peredo; el secuestro y posterior asesinato del embajador alemán en Guatemala, Karl von Spreti, ocurrido el 31 de marzo de 1970; el golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende y, por último, una reseña del nacimiento del Frente de Liberación de Mozambique, que logró la independencia de su patria tras la caída del dictador Salazar en Portugal.

Imposible estimar qué montos de invención rondan sus páginas, pero lo que sí de algún modo asusta en estas notas es la velocidad del tiempo. Quizá para Medio Oriente la historia y las consignas no hayan variado significativamente, pero en el caso de nuestro continente todo parece de una lejanía sideral. Y ello no solo en el plano político, sino básicamente en el terreno del discurso analítico con que aquellos protagonistas y el propio reportero abordaban esos momentos. Fanatismo e ingenuidad, posibilismos y sangrientas derrotas, todo parecía pertenecer a una misma bolsa. Pero por ahí se nos cuenta que, presente en un homenaje, Kapuscinski detectó a María Cecilia, la esposa de Néstor Paz, una de las víctimas de la violencia política en Bolivia. Se trataba de una hermosa mujer "con esplendorosos ojos oscuros... Aunque solo tiene veintiún años, ya es viuda. Lleva un lazo negro en forma de mariposa prendido al pelo, guantes negros y un liguero -se ve porque lleva una minifalda- igual de negro".

Discutir si el liguero era de seda o de terciopelo no reviste la menor importancia.

CRISTO CON UN FUSIL AL HOMBRO, de Ryszard Kapuscinski, Anagrama, Barcelona, 2010. Distribuye Anagrama. 201 páginas.

(fuente:elpais.com.uy)

(*) Jesús

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